Conservación de los Agroecosistemas

Una política de conservación de los recursos naturales orientada desde la perspectiva de la recuperación interactiva entre cultura campesina y biodiversidad puede suponer un importante yacimiento de empleo, de generación de rentas y de eliminación de riesgos ambientales. Para ello, es preciso fomentar la investigación y la rehabilitación actualizada de algunas tecnologías y conocimientos preindustriales, la implementación de nuevas ecotecnologías y la reconversión de los oficios campesinos en profesiones vinculadas a la gestión de los recursos naturales.”

(Texto extraído del documento de conclusiones de las jornadas de Somiedo).

 

Hace algo más de 10000 años que el ser humano dejó de ser nómada y empezó a desarrollar técnicas agrícolas, transformando para siempre el paisaje y los ecosistemas. A lo largo de estos más de 10 milenios de prácticas agrícolas, los ecosistemas se fueran moldeando y las especies cultivadas y silvestres asociadas a los cultivos se fueran adaptando, desarrollando así un sistema de producción basado en el aprovechamiento de los recursos naturales del entorno.

Con toda esta experiencia acumulada el Hombre fue capaz de asociar campo y monte, explotando de forma racional e inteligente los recursos que le ofrecía el entorno. En la Península Ibérica este sistema mixto llegó casi hasta nuestros días, pero el capital lo echó a perder, lo repudió y lo desechó, acusándolo de ineficiente y culpable del atraso tecnológico del campo.

El marqués de Villaviciosa a principios del siglo XX, en la búsqueda de la naturaleza “virginal” sentenció el mantenimiento de cualquier actividad económica, incluso la campesina, de incompatible con la conservación. El rural se fragmenta y se divide en dos, onde cada parte sigue caminos completamente opuestos, pero a mi criterio los 2 caminos muy peligrosos.

Por un lado, la simplificación de los agroecosistemas a través de la predominancia de los monocultivos, alta tecnificación, maquinaria pesada, agroquímicos, especies muy apuradas genéticamente y la intensión de exterminar la fauna y flora auxiliar considerada un estorbo a este sistema de cultivo. Por otro lado, el abandono de muchos agroecosistemas donde se pierden las practicas milenarias de cultivo, las culturas vernáculas, las especies locales de cultivo y silvestres asociadas a estos.

Con el desarrollo de la agricultura muchas especies silvestres de fauna y flora se fueran adaptando al entorno generando así un incremento inmenso de biodiversidad.

Por otro parte, está la gestión de los espacios silvestres, como es el caso del monte o, de los espacios asilvestrados. Durante milenios el hombre gestionó el monte aprovechando sus recursos y, supo mantener un equilibrio de estos ecosistemas donde vivía en harmonía con los demás factores bióticos y abióticos.

Según el economista José Manuel Naredo, la larga relación histórica entre la economía y la naturaleza se rompió cuando esta quedó seducida por la arrogancia del capital y su potente aparato industrial. Siguen juntos aun, pero como matrimonio mal avenido.

 

“El capital hace tiempo que levita sobre la realidad y la economía se ha vuelto ludópata y no sale del casino.”

(José Manuel Naredo)

 

Algunos economistas españoles pioneros en combinar la renovación biológica con economía aplicada en una contextualización local, como es ejemplo Juan Sánchez, que nos habla del concepto de “economía de alcance”, Pablo Campos con su “economía de la conservación”, están tratando de poner los cimientos a la renovación económica regional que replantea volver a la propiedad comunal y, en combinar naturaleza con las culturas, designada cultura del territorio.

Tenemos que aprender a pensar en la producción local, sostenibilidad, estabilidad ecosistémica, empleo, renta, biodiversidad, paisaje y comercializar los excedentes expresados tanto en producción agroalimentaria como en los servicios recreativos y de ocio, ambientales y ecológicos que, desde el rural se ofrecen al resto de la sociedad.

Sin la definición de nuevos modelos económicos locales, basados en la conservación por renovación, o sea, sin la continua producción no habrá manera de conservar la naturaleza como la queremos algunos, ni pasada, ni cruda.

 

“Existe un modo de hacer idóneo y proprio cada comunidad humana que conviene conocer. Gracias al concepto de cultura podemos integrar, sin desnaturalización perturbadora, todo ese saber para actuar de acuerdo con las normas adquiridas por cada grupo humano a lo largo de milenios… El Hombre con sus comunidades es Naturaleza y con ella debería prosperar.”

(Pedro Montserrat Recoder, 2009)

 

La política de espacios protegidos no es la única responsable del abandono campesino, es verdad, pero carga a sus espaldas la culpa de no haber reaccionado a tiempo al no percatarse de que el peligro no es solo la extinción de algunas especies, de algún elemento del sistema, sino el hundimiento de todo el sistema campesino en su conjunto y, con él sus afinadas estrategias agroecológicas. Es también culpable de no haber activado, ni siquiera se ha fijado en ellas, las precisas economías y conjunto de culturas campesinas locales indicadas por la propria naturaleza que, como pecios de un naufragio, asoman ahora entre el matorral.

Es muy urgente abrir un amplio debate sobre las políticas regionales de conservación de la naturaleza y, en paralelo de las políticas adecuadas para el desarrollo agropecuario y forestal de los espacios protegidos.

En una reflexión de sensibilización de este blog, decíamos que el Hombre es parte de la naturaleza y, no se puede concebir el Hombre separado de ella. En sus más de 10 milenios de prácticas agrícolas y todo tipo de actividades relacionadas con el entorno, el ser humano diseñó un planeta que no se puede abandonar, pues eso sería el colapso. Colapso en términos ambientales, culturales, sociales, agroecológicos, etc.

Propongo una alternativa, vamos a mantener nuestros agroecosistemas milenarios, innovando y conservando y, no vamos a permitir más deforestación en el Sur Global. Por desgracia en Europa ya no quedan bosques vírgenes, entonces no vamos a tirar los sistemas agroecológicos nuestros como si fueran una basura y producir nuevos a cuesta de destruir bosques y poner en peligro otras biodiversidades. Esto también es una expresión del consumo desenfrenado que se verifica en la actualidad.

 

“Los espacios protegidos deben ser preservados de las acciones de perturbación que generan especulación, acumulación de capital, fragmentación territorial y cambios de uso, pero no del desarrollo de actividades económicas que son expresión de las culturas campesinas basadas en el manejo y la transformación de los excedentes de capital natural, es decir, de la renta natural que produce el medio. Ese aprovechamiento económico, que propicia en última instancia el mantenimiento de la función productiva del medio, del paisaje y de la biodiversidad, y para garantizar la viabilidad de una política de medio ambiente que propicie la salud general del ecosistema.”

(Texto extraído del documento de conclusiones de las jornadas de Somiedo).

Nota: Este articulo esta basado en los conocimientos empíricos del autor y, en el libro “La conservación cultural de la naturaleza” de Jaime Izquierdo.

2 respuestas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Quim da Venda
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.